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Reporte de la semana

2024-03-14 00:00:00

Crítica «El último taller de reparación»: se reparan instrumentos musicales y vidas

Por José de Jesús Chávez Martínez
 
“El último taller de reparación” (The Last Repair Shop) es un cortometraje documental que ganó recientemente el premio Óscar 2024 por varias razones, entre ellas porque logra una simbiosis de elementos culturales, económicos, ideológicos y desde luego musicales con un enfoque social determinado por una realidad concreta en el asentamiento urbano más importante de California. Lo anterior implica una serie de temas que en esta obra son hábilmente relacionados y en cuestión de unos cuantos minutos.
 
En efecto, la destreza visual con que se muestran la migración, la pobreza y las oportunidades de sobrevivir con dignidad en una gran ciudad como Los Ángeles, California, conmueve casi hasta las lágrimas (bueno, a mí sólo un poco) gracias a los testimonios de algunos de los trabajadores del taller. 
 
La música es un elemento primordial en la vida de las personas, para muchos es lo único que hay y por la cual se sienten motivados, así que su violín, guitarra, saxofón o tuba es una parte de sí mismos, es su objetivo existencial. Este taller, del que nunca sabemos su nombre, es parte de un programa (así se entiende) de la municipalidad para proporcionar el servicio gratuito de reparación de instrumentos de jóvenes estudiantes del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles para que continúen con su formación musical, ayuda que presta desde 1959.
 
Así vemos que algunos niños y jóvenes entrevistados narran su experiencia encontrando en la música ese significado que tiene la vida y que, por lo tanto, al descomponerse su artefacto, cuentan con ese apoyo. Pero el servicio va más allá de la reparación: para los técnicos también ha sido una especie de bendición que el taller a su vez les subsane sus vidas. Tenemos primeramente a Dan, un artesano especializado en aparejos de cuerdas que cuenta cómo esta actividad le ha servido para paliar bastante lo que para él significó su condición homosexual ante la intolerancia de la sociedad y la represión en su país, el cual se asume a sí mismo como liberal.
 
Esta también el caso de Paty, una mujer mexicana (del “pueblo” de Morelia, según la traducción en los subtítulos de YouTube), experta en limpieza en metales, que relata su llegada a Estados Unidos, igual que muchos migrantes, recorriendo grandes distancias con la esperanza de alcanzar el sueño americano, algo que nunca es fácil conseguir, y menos para ella, con dos hijos y sin empleo formal; hasta que encontró ese taller.
 

 
Duane, el reparador de madera y metal, compadre del Coronel Tom Parker (padrino de uno de sus hijos, sí, el mismísimo manager de Elvis Presley) cuya trayectoria no fue tan escabrosa pero que demuestra que la inculcación musical lleva su tiempo y que para sobresalir en el mundo de los conciertos hay que trabajar duro. Duane representa ese periplo que hacen las bandas musicales en busca de la trascendencia.
 
Y finalmente está Steve, un migrante armenio que ahora funge como supervisor del taller y como afinador de pianos. Su historia se remonta a una trágica desintegración familiar porque tiene que huir de su país (en aquel entonces república soviética, a mediados de los ochentas) ante una represión del soviet. Escapa acompañado de la guitarra que le regaló su hermano y llega a formar un grupo de trabajo que para él es una familia.
 
Llama más la atención el caso de los migrantes porque se muestra una casi total integración al estilo de vida americano, compartiendo valores e ideales estadounidenses. Este documental no tiene empacho en sugerir que Estados Unidos es un país construido por migrantes y que tiene capacidad y apertura para albergarlos y volverlos exitosos, solo que deben luchar por ello, con un objetivo en mente. Lo triste de este caso es que es uno de los últimos talleres que aún existen y dan ese servicio en Estados Unidos, pero queda la duda si en el futuro ya no habrá más. La película advierte que Los Ángeles es la capital mundial de la grabación musical, pero para este tipo de ayuda ese concepto no sirve de mucho.
 
Por otra parte, el tono de la historia contrasta nostalgia y optimismo, en tonos cafés y amarillos, que son los colores de violoncellos, violines y pianos, y de los instrumentos de viento; todo con poesía visual de por medio, como suele ser en los documentales modernos. Lo que dicen los informantes es contundente y emotivo, complementado con fotografías que exponen momentos anteriores en sus vidas. No hay una intención crítica, sino más bien demostrativa de lo que es el poderío americano en todos sentidos, especialmente en la solidaridad social y en una política pública en apoyo a la educación que lamentablemente tiende a desaparecer. “Miren, no somos tan malos”, parece ser la sugerencia final de la historia. Y así es, los americanos de a pie, nativos y migrantes integrados, no son malos.
 
Este documental está disponible de manera gratuita en YouTube, gracias al periódico Los Ángeles Times. Cabe mencionar que éste es el segundo Óscar para uno de los directores, Ben Proudffot que, en pareja con Kris Bowers, tiene una carrera que ha iniciado ya con buenas cuentas.
 
Título original: The Last Repair Shop. País: Estados Unidos. Año: 2023. Dirección: Ben Proudfoot y Kris Bowers. Música: Kris Bowers, Katya Richardson. Fotografía: David Feeney-Mosier. Compañías productoras: Breakwater Studios, LA Times Studios, Time Studios. Distribuidoras: LA Times Studios, Fox Searchlight, Disney+. Protagonistas: Dana Atkinson, Steve Bagmanyan, Duane Michaels, Paty Moreno.